LA PAZ SEA EN ÉL (Cuento)
LA
PAZ SEA EN ÉL
1
Es en
hebreo, Amittay, veraz, verdadero. Así su hijo. Su hijo, Jonás, es palabra,
profeta.
Jonás
nacido en el Reino de Israel; hijo del veraz, nacido en Gat-Hefer, donde el
mosto en grueso recipiente, lagar, está dentro de la vida, abrevadero. Arroyo o
manantial, ahí nace el profeta de Nínive; no en la tierra de Moab del segundo
censo de las tribus en el Sinaí, que, sumando 60,500 hombres, restó a 57,400
24,000 criminales ejecutados: Como suben los peces a la superficie del mar
sobresalino, asesino inocente de culpa y no de ser, pero no decidió que todo
ser es, asesino pues; descendieron en
los primeros años del Éxodo al suplicio eterno, hace ya bastante tiempo. Pero
Zabulón, a fin de cuentas, Jonás, te dio nacer de Amitai llamado paloma, de más
de mil años hasta ser, más amado que entendido, por algunos, Yunus, a cinco
kilómetros al noreste de Nazaret, tierra de Isa, de donde nadie es profeta:
Vámonos, hermano, vámonos ya, ¡que años han pasado, iluminados!, a Medina,
hasta volver a poner la Piedra Negra, Al-Amin. Tierra de Jonás, Gat-Hefer:
Llega…
…a que
Jeroboam cumpla la profecía, tú, profeta. Naces en reino de gozo. En años antes
de Cristo, tu pequeño hermano, ¡el de Nazaret, Jonás; Isa, Jesús, Él!
2
“Quizá se
irguió para los Infiernos”
-¡Jonás!
–resonó el Grito, dulce, en las piedras del desierto. Como a un crío, aunque
Alá no ha tenido hijos, así, creemos, Jonás fue siempre, se verá, un
beneficiado por el registro interpretativo e interpretado a través de los
tiempos llamado “Historia”. -¡Jonás, despierta y escúchame!
-¿Eh?
-¡Que me
escuches, vástago del mar! Profeta. ¿Te gusta, Jonás Jonacillo, el título de:
profeta?
-Eh… Sí,
Señor; me agrada. Y a tu servicio estoy.
-¡Vaya
calor o ¿es tu amargura la que arde inocente?!
-¿Mi
“amargura”, mi Dios?
-Sí,
Jonás. La manera en que se carcajean tus pies y los regocijos de tu espalda
sobe la arena, pues sólo sombra me has rogado, es como el alegre a sí se juzga…
Si has de juzgarte, Jonás…
-¿Que sea
como “profeta”?
-Así sea.
Más aquí, donde las casas son de piel pues los hombres son de barro.
-Sólo
descanso.
-Pues,
¡descansa, entonces!
-Descanso
ya no haré: descansaba para Tu hallazgo.
-¡Vaya,
eh! Entremos, por lo tanto, en materia: El comercio ha corrompido Nínive, pues
edificada, ciudad, fue por Nemrod, llamada a paz, que Nemrod, un hombre divino,
terminó por perseguir a Abraham, nuestro padre. Nínive, tan sólo una Babilonia,
ya lo verás, una Babilonia cualquiera: No es nada; sin embargo, hasta en
caminos de tierra y árbol, se puede encontrar el más grande enemigo para el
espíritu y la persona. Jonás…
-Hermano
mío…
-Así como
te llamé no llames a Nínive. ¡A Nínive advierte y haz oráculo grave! Prométele
su propia sangre y la prohibición de todo holocausto para Mí, Yahvé. Quiero ver
que clamas: ¡Nínive, arde!, porque Nínive me dirá: ¡Nínive arde! Dile que, en
efecto, arderá.
Pero Jonás
aceptó hacer lo que hacer evitar intentaría; nadie escapa del Señor, ni siquiera
la luna más maldita, en Israel.
Tripuló
una pequeña embarcación a Tarsis, otra zona de comercio, huyendo de Yahvé:
“Quizá hoy duerma, como en tiempos del joven Noé. Quizá yo hasta no muera, si
me alejo, aunque sea tan sólo un poco, de Él. Tengo miedo al mar, tengo miedo
al Mediterráneo: ¿Cómo iba a buscarme ahí el Señor? Huyo, sin dejar de sentir
este amor por El Más Alto Acomodado en Su Trono, sagrado, y, al huir, volveré a
tenderme en algún fuego que hoy es todo lo que existe que no sean las aguas
para mi terror. El Amor vive, el hombre sólo sobrevive, y me voy a volver un
animal para que, como lo dirá su mirada, mía entonces, de animal, mi Dios
vivirá en mí y muy dentro, pero sin la necesidad de matar o ser matado. ¡Quiero
seguir siendo un cobarde, para partir como si cualquier cosa, el pan de un
banquete de violentas personas, y no sufrir, no, yo no, esta ausencia, que me
incapacita ante Dios, de sombra”.
Será el
rey David o su hijo, rey Salomón, quien en salmos de algún cantor, escuchará
entre mujeres y alcohol, sobre cojines brocados de Dios, el concepto del “día
que Jehová el Todopoderoso hizo de Su sombra”; profecía, para millones de
personas ahora, cotidiana, bien recibida y, lo mejor, siempre cumplida. Oh Tú.
Y,
mientras embarcado dormía…
3
-¡Sálvanos,
dios del oro!
-¡Sálvanos,
dios del sexo!
-¡Sálvanos,
dios de las ciudades!
Gritaban
todos los tripulantes, rodeados por una tormenta tal, que el mar se enfurecía
más y más contra el cielo y sí mismo, y el cielo gozaba tanto, que azuzaba más
y más y más al mar encabritado y se masturbaba con truenos y relámpagos (sólo
los primeros metafísicos sabrían cuáles llegan antes de los otros; a sus ídolos, sordos o extasiados,
tendidos en la inutilidad, impotentes
ante la libertad del hecho).
-¡Ninguna
deidad, ni la tuya, ni la vuestra, ni la mía ni la de la mía merced, ¡ay
lenguas que imploramos!, ningún ídolo, maldecidos seamos, nos van a escuchar,
por más que los invocamos!
-¡Despertemos
al paria Jonás, quizá su dios sea el de las embarcaciones!
Pero no
era “el dios de las embarcaciones”… Era el dios de los dioses.
-¡¿Cómo?!
¡¿Tu dios es Dios, Jonás?! ¡Pérfida es tu necia actitud! ¡Has insultado al que
te protege; y nosotros hemos de calmar su ira, malagradecido galileo!
-Nada sale
bueno sale de Galilea…
Y, entre
tres, aventado fue Jonás a la matriz de sus terrores, el océano que, ipso
facto, calmose pues, en el acto aquél. Después, antes de ahogarse por tanto
respirar, un pez, hembra, tragóselo y no lo digirió. Hallose…
…Jonás en
los adentros de esa inhóspita creatura, reina de tiburones y ballenas, quedó,
entre barras de luz roja que ningún marino, jamás, se explicó.
Herido de
fatiga y de tanto dios, de tanto haber dormido en culpa inconsciente, Jonás
requirió de conocimiento de sí, y preguntose por el sí, y vio que eran una
misma cosa: pregunta y solución. Viose parte, por fin, de la Historia, y su
conclusión era sólo el inicio de unas nuevas maneras: la teshurá de Yona.
4
Fue alarido,
mar repartido, en el oleaje y yo sin saber de Cristo: es temprano, mas tan
retorcido sufrimiento, Voz de voces, Dios más dioses, la gota de Tu Nombre
desde que tienes nombre y palabra, dijo: Nada; y con ello el abismo, con su
frío negro haber, y a habérselas con el vientre ácido del depositario de Tu Voluntad
pez, me dispuse y el tiempo es esto ahora: tres días y dos noches; repetí:
¡Auxilo! ¡AUXILIO!, sintiendo lo perdido de mi destino en el hondo coloso
llamado ente marino que…
…era más
que yo por mayor guarismo que el de un árabe adivino haciéndose la noción de la
proporción de este arrojarme vuestro, Señor y futuro Maestro, al más gélido
infierno que pudiera yo concebir, afortunado empero porque el infierno vuestro
no fuese idea salida de Ti, Yahvé que ves gozoso los tormentos de este suelo,
pues heme aquí, que desobedecí. El tiempo, lo juro, no es mío, sólo me lo sé, y
yo sin Tu alivio, ¿qué puedo ser para deber hacer lo que sería un parcial
respiro? “Nada”, Tus palabras de mi alabanza, callada de entre luces de rojas
que asustan y exaltan la muerte con su mórbido velo que yo no veo pero su
mirada siento, ¡ay!, esqueleto de la
piel de Yahvé sabe qué animal enfermo:
aúllo yo,
todavía, en esta barriga henchida e inflamada, con trozos ya de barcas, ya de
osamentas de otros seres del mar de especies medianas, alimentándome de
putrefactas algas con vida. Aúllo cual loba perdida, tu Amor era mi cría y hoy
el oprobio es condición harto fría. Dios.
¡ESCÚCHAME!
Si eres Dios, antes yo diría, ignórame y ódiame, y así me perdonarías, pero la
traición mía, mi cobardía, mi pereza, ¡mi maldita ira!, Creador de tierra,
Creador de estelas divinas, dejadme deciros: Estoy, como el peor homicida ante
la más honrada niña, arrepentido hasta de lo que soy. Porque estos grilletes de
nostalgia y malestar que cual montañas me han hecho despellejar mis sandalias y
mis plantas sangrar, hasta los cimientos de mi alma, razón y cuerpo, me han
recordado, mi Dios, a mi Dios, a su portento. Sin saber de Ti, en ti creo y a
ti clamo y quisiera ver una vez más el celeste copular de las estrellas con el
sueño.
Yo
desfallezco, yo te recuerdo, esta oración en tan espeluznante templo, a ti yo
canto. Te amo, te adoro, te alabo: ¡Olvidará por mi historia todo idólatra a
sus objetos de cien manos que verán rumbo al fuego!
He de
hacerte más gordos sacrificios. Cumpliré las promesas a Ti que Tu Voz me hizo…
¡la salvación eres Tú, de Ti Tú vienes, como las patas de un grillo extrajesen
de sus adentros un santo niño!
Ya no eran
para Jonás dentro del pez tres días y dos noches; pues oró, ya eran tres
veladas de su pesadilla; y, clemente y misericordioso, Yahvé dio al Pez la
indicación, porque no hay animal del Señor que requiera de recia orden, de que vomitará
de su interior, en la orilla del mar aquel, tras subir a la superficie como
tranquilo pez, a Jonás, futuro predicador fugaz: lo que Cristo tuvo de bebedor,
para irnos Jonás fue gracioso perdedor; dejárate con el vómito feroz, en la
orilla donde la espuma, aún aguerrida, era sólo la paz sin faz.
5
Fue por lo
que pide el Profeta para su Señor, como pide justicia también: Agradecimiento;
que Jonás se presentó en Nínive, donde los niños estaban entrecruzados y los
ancianos golpeaban con sus asqueadas fuerzas y con cayados o bastones, los
muslos tiernos de jóvenes mujeres que, tras el llanto, terminaban por sentir
odio y sacaban sus pechos a los desconocidos demonios de la modernidad.
Con sed,
entró Jonás buscando posada a una casa con lodo por piso y piso por lodo,
donde, tratando el recuerdo o la profecía, sin malicia que no fuera la
intención de confundir a la Razón que ronroneó para el mísero Lot, viniendo al
caso ser esa casa una para la posada, un hombre, con embestidas profundas y
rápidas, sodomizaba a la suave hija, que lloraba: “Esto es Dios, este es el
pueblo de Israel. Anda, Paloma, y habla”. Titubeando, Jonás dijo:
-Hermano,
¡para, neoasirio!
Y dijo,
empapado de tanto saber, a otros hombres también:
-¡Ha
terminado el imperio de la carne! ¡Ha terminado la hegemonía del comercio! ¡Ha
terminado la lumbre de los seres flotantes! ¡Ha terminado, escuchadme, aquí
todo! Ha terminado el olvido del intelecto. Los hombres no son una cuestión de sus actos, sino que los actos
son una cuestión de los hombres.
Jonás
siguió predicando para atestiguar aquello que no fue casualidad: La tormenta, que
Yahvé acalló, y el Pez que lo tragó, sin deshacerlo con sus ácidos, quizá
mamíferos (¿quién lo sabe ahora? Pez desconocido), para darle tres días y dos
noches, según su tiempo. Acomodó a los niños con sus hermanos, a los ancianos
con su muerte, a las mujeres con sus ropas, a las hijas con sus esposos, a los
padres con Dios.
Sin
embargo, Jonás parecía creer que él ya no era nadie: ¡Ni flamas ni espadas! A
Yahvé preguntó:
-¿Está
perdonada Nínive, Señor? ¡No me lo esperaba! ¡Eso no me alimenta! Quiero ver a
mis palabras arder.
Pero,
antes de que Adonai respondiera, distraído como estaba con borregos y las aves,
Jonás maldijo Nínive y se dijo traicionado por Yahvé, huyendo a algún rincón
sin sombra en el actual Irak.
6
-¡Me
traicionaste!
-No, aquí
estoy.
Y Yahvé
hizo crecer una palmera cuyo tronco asemejaba una pata de elefante, capaz de
darle una sombra propia al terrible Jonás. A lo que Jonás dijo:
-Es esta
la exigencia al cumplimiento de tu Palabra, Yahvé.
Antes del
desenlace de sí, esta nuestra historia y Verdad (Quiéralo), nos presenta la
oportunidad de las palabras: Hemos llegado, con Jonás, al punto crítico en la
religión sucedida: Aunque el profeta es su propio artista, la profecía es
fuerza solamente del que terminaría, en pueblos más bellos (pues los israelitas
no hubieron de ser Dios, sino que Dios, por su amor a ellos, a los israelitas,
decidió hacerse uno), por luchar en su nombre de tierra, pobreza y muerte; Alá.
El hombre, hasta en su más apreciado y HONROSO ser, que es el del profeta, pues
si Alá no fuese amante y hogar del profeta, El Corán no sería Libro sobre los
Profetas cantado en el lenguaje de los ángeles, narradores inquietos y manos de
Él, Quien sólo necesita Su Voluntad. Jonás es una figura, por momentos
deplorable, pero santifica el arrepentimiento, aunque no deja de ser una
incógnita para nosotros la deferencia de El Dios hacia él. Sin embargo, cuando
Jehová quiso hacerse hombre tuvo que dejar de ser algo más que Él. Jesucristo,
cuyos, aunque muy pocos, milagros narrados en el santo El Corán, son aún de
mayor portento que algunos de ellos en el Evangelio. Isa, nombre árabe para
Jesús, no hacía milagros: quien los hacía era, como con todo profeta, Alá. Pero
Alá, al hacerse algo menos que Él por ser un galileo de manos torpes y afición
al vino, al dinero y a las prostitutas, sin faltar al Al Que Decreta La Ley,
renovando la ley de Dios; fue hecho, por celebración de sus santas hordas, su
fascinación y afición más profunda, profeta.
Pero el
profeta Isa, es curioso, habló de Perdón, cuando, desde el más leído fariseo
hasta la más martirizada santa, hablamos de cómo El Clemente, El
Misericordioso, así como la mayoría de quienes seguimos a los profetas,
esperamos que esa magnanimidad sea para con nosotros, esto es y así está
escrito, la justicia y su venganza.
Isa sólo
pidió credulidad, y no la obtuvo. Pero Jonás… recibió lo que era de su Dios.
¿Acaso el seductivo sin seducir, Mahoma, el Profeta de Alá, no dijo: “No
hagáis, lo que propongo, por mí; hacedlo por El Dios”?
Hablábamos
ella y yo del Nuevo Testamento. “¡¿Cómo es posible que, como persona, el
apóstol X haya actuado de manera Y?!”. ¡Y tenía razón ella, y como yo, algo más
que un caballero en el cortejo, no iba a contradecirle al no escucharla,
encendí mi Razón, y le dije:
-Mi
servidumbre incondicional es ante Alá, no ante los apóstoles. Por lo tanto, te
entiendo. Antes lo pensaba de Pedro y de Pablo, ahora, amor mío, lo pensamos de
Pablo y hasta de Juan: Jesucristo fue un cómico y un borracho, pero tan Él como
el mismo Mahoma, que le siguió y promovió las asambleas del Oriente. Yo, por lo
pronto, me he rehusado a seguir la iglesia de Pedro, hombre santo menos santo
que yo, y más dios su iglesia que el ébola o el SIDA. A lo que voy, preciosa:
En todo momento, Jesucristo se burla del hombre, de sus incapacidades morales y
de su tribalismo disoluto en vanidad y en roces con el Diablo. Alá ya sólo ríe
con las palabras de Isa, e Isa sólo ríe con la parábola, esta de Él y para Isa,
no de Isa para el hombre y el Demonio, de Jonás, pues es mentira la teshurá en
él: Jonás no se arrepiente, aprende.
Como todos los que no somos más propensos al olvido de Alá hacia con nosotros,
no lo quiera, que a nosotros olvidar a Alá. La Cruz que tanto se besa millones
de veces por el católico, es para el cristiano canónico el momento álgido del
mensaje a creerse del Padre en la Tierra… y el único que no estuvo ahí fue
Pedro: bendecid a Magdalena y a María, perdonad la presencia de Juan, también
conocido como Zaratustra. Yo no puedo, reina mía, creer en Pedro, como tú no
crees en las epístolas de Pablo, de quien nos hemos preguntado, gracias a ti,
mujer, gloriosa como todas pero como nunca, de esas estrellas, de dónde ha
salido Pablo y cómo chingados se hizo, así nomás, un apóstol de Jesús.
La idea no
es clara, pero no es obligación aprender, pues se aprendería mal: Y las aparentes
contradicciones en las vastas Palabras de El Dios, no son solucionadas con la
mutilación o la alteración o la exigencia de los Libros Sagrados. La solución
está en el pensamiento de lo oculto: “Tú no eres guía para los ciegos”, os
digo, como se dijo a Mahoma pero como si lo dijera a Satanás. Amemos a Jonás,
honrado en El Corán, y dejemos que Pedro, si estamos por ahí por ser piadosos y
hombres de razón, nos abra la puerta de la discoteca del Cielo. Alá es llamado
El Perdonador, y por Él el musulmán auténtico desarrolla otro ente de
misericordia, justicia y considerado sólo divino el perdón: el fiqh; creamos en
el Juicio Final una vez más.
Pero,
bien, Yahvé secó la palmera que daba sombra y dátiles a Jonás, que lo insultó
por ello dudando:
-¡¿Qué has
hecho y por qué, Señor?!
-Porque
estabas enojado conmigo, Jonás.
-¡¿Y estas
son formas de remediarlo?!
-¿Cuánto
tenía de vida tu palmera en siete días crecida?
-Escasas
semanas, Yahvé; sólo días fue Tu delicia.
-Pues
considera, Jonás: Tú lloras y sucumbes ante la rabia por la muerte de una
palmera de unas semanas. ¿Qué crees que sería para Mí perder hombres y mujeres
que no sabían del único nombrable Dios? ¡Es triste para El Creador destruir, y
Yo soy Él! Sería frustrante demoler una ciudad de siglos para El Arquitecto…
¿Me explico?
Después
del llanto, de la secreción de fluidos de dolor y asco, Jonás asimiló lo que
sucedía y, secándose la cara en la arena, la levantó y le dijo a Dios:
-Te
explicas, Yahvé.
Incluso (aunque,
no lo digáis a nadie), ese joven profeta vio Su Rostro un segundo, sin
enloquecer. Alá dijo solamente:
-Me alegro
de que lo hayas entendido, Jonás, profeta. Que tengas buenas noches.
El mundo
es divino.
Querétaro, Qro.,
2024
Eric
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