"PUEDE SER LA VERDAD" (Poema)

                                                                     “PUEDE SER LA VERDAD”

 

¿Qué tan verdad puede la verdad ser?

¿Qué agua puerca podría, si cierta,

ensuciar esa verdad e intoxicarla,

prohibiéndola a las gentes y las masas,

escurriendo las flores y desolando las plazas,

todo abierto a lo falso, a la mentira descarnada

que la vida nos aplaza?

 

¿Cuánto tiempo es el Tiempo?

El lunático emblema de lo que está sucediendo,

de los sueños, oh mi guía, que me devoran el vientre como mariposas.

¡Ay, escuchad!

 

¿Qué agrego a la música de los sentimientos terroríficamente míos?

Si acaso un cuerpo que destruyo con estrés y humo,

y que me fascina,

que me toca cuando lo toco, que me siente cuando suelta moco.

Si acaso unas palabras

que suavizasen los tremendos golpes que me dan los días

que solapan mis fechorías,

mis malditas porquerías.

Si me enredo, pues me enredo,

que se acabe en eso,

en un error, a fin de cuentas un defecto.

 

¡Ay, morid por mí!

 

Mas, con todo, no puedo negar que un parque me distrae,

como a don José un paisaje,

como los senos de una mujer que me rapta, me sustrae,

senos lindos y redondos y grandes,

y yo, como el resto de nuestro género de animales,

sólo sabe mirarles e imaginarles,

con su cuerpo en posiciones bestiales,

recibiendo el ritmo de nuestras embestidas pornográficas y naturales.

 

Oh versos, les digo, que me dicen que no les escribo para nada.

¿Qué verdad es la verdad?

No quiero contestar porque me meten a una escuela,

y ya no quiero más ideal para la merienda.

¿Qué es el ideal, de cualquier manera?

¿Es un puto impacto, un shock?

¡Oh, cómo sangraba mi cabeza!

Le retiraron tres partículas de vidrio a mi cabeza,

y yo sólo sabía mirar una luz nocturna, redonda, amarilla, parturienta,

pensando que moriría esa noche, que mi amor me esperaría por siempre,

que sentía de mí lo que yo de él pensaba.

¡Oh, cómo sangraba mi cabeza!

Di una voltereta, quien conducía consumió ácido,

sobreviví las heridas escandalosas de mi cabeza.

No he muerto no he muerto no he muerto…

Aunque ésto no me sea una certeza.

 

Pero es hora de que huyan dos o tres lágrimas

o quince mil sonrisas.

Escondo mi nombre, escondo mis risas,

escondo ser hombre, escondo estar mal vestida.

Ojos que me rodean en silencios pulcros

son filones de minerales oscuros

que se adecúan a mis crímenes y deslices,

porque el sufrimiento es sufrimiento, el resto del mundo es un invento:

Sabemos bien que nos controlan.

Psicosis, cámaras en las moscas…

Espionaje, micrófonos bajo la mesa.

Vida mía, vida mía,

¿cómo yo podría extender tu prestada poesía?

Tus milagros, tus dedos largos, y una locura incipiente y definida

como la bendición definitiva.

Mi palabra a algo se arrima…

Lo demás, me desatina.


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