"IMPOSIBLE DAÑO" (Poema)


“IMPOSIBLE DAÑO”

¡Qué falsa la vida al disfrazarse su muerte!/
En polvos vivimos, en polvos tú eres/
una especie de suerte que me acongoja el deseo de verte./
Ya no vives para mí, ya estás ida por siempre,/
¡caldo de huevos de una serpiente!/
/
Tu educación, el golpearme en la cara/
con manchas de sangre en tu falda plateada,/
tu desamor y mi sacrificio, tu avidez por novedad,/
todo en conjunto siendo una amarga verdad,/
se me figura hoy un intento de invento, un llamar la atención/
a los ángeles que en mis dedos hablaban de Dios./
¿Qué puedo yo hacer en un respiro tan profundo,/
qué puedo yo perder si mi hablar es tan mudo?/
Vermú con hielo y tu cuerpo desnudo en una habitación sin rumbo,/
en pleno engaño, en tu misa negra,/
en mi manera de darme un beso a tu boca,/
comiéndote toda, pesada o ligera,/
sabiéndome perdido en la plenitud de la Sierra,/
fumando yo mismo de las manos del que se adinera./
/
Si reventaran esas vides salidas de una tierra de seda,/
en una casa de lana gruesa, chilena,/
en ti, tú morena, sin pena alguna, ¡sin pena!/
Me sirvo más vermú y hablo de la guerra,/
oliendo de lejos tus piernas y lemas,/
tu falta, mi amor, de dilemas./
Tus labios, mi lengua, separados por mis temas,/
la forma de llorarte con sangre mis problemas/
con mi bebida, con tu cocaína,/
con tu nada, con mi lamento,/
con los ladridos de la pura sangre de los perros,/
la marihuana abriendo un jazz de los cielos./
Aventando los hielos como mi padre en el infierno,/
si reventaran las vides en un momento de estos,/
¿qué les diremos, qué les diremos?/
/
No voy a empezar por donde todo empezó,/
sólo fue tu cuerpo./
Se anida tu persona en mí,/
como un colapso./
Vueltas y vueltas y vueltas y vueltas,/
alguna vez fue amor./
No te desintegras, corazón, te pulverizas con dolor,/
en una fe muy ridícula que causa estupor,/
tu persona idiota siempre me amó./
/
Recorro tus recuerdos, laberintos del presente,/
tu sudor, tu orgasmo imposible,/
tus ojos de un café infinito, duro y triste,/
pisar el acelerador mientras escuchas mis chistes./
¿Cuánto, por el amor de Dios, cuánto bebiste?/
Te acuestas desnuda y te penetro, te violo,/
estás inconsciente, no vive en ti el odio,/
arte conceptual y tu cadena de oro./
¡Tus perfumes volando una noche de toros!/
La tarde había sido una cosa de locos./
No voy a esconderlo, amaba el alcohol,/
los puros, cigarrillos y los gordos porros,/
el honor que yo hacía a tus pensamientos distantes./
/
No soy ya vulgar, lo que digo son diamantes,/
ya estoy encerrado, no puedo abrazarte./
¡Me quieres adentro aún como antes!/
Extrañas mis dientes, mis ojos brillantes./
¿De dónde es que somos si no quiero verte/
acostada en una mesa, inconsciente de repente?/
Magia eran mis mieles, pero nada ni nadie en vida las quiso:/
Valgo menos que un chico y un piso,/
una libertad que, al fin, se deshizo,/
un ser nadie tras el crimen./
Tu fuego encendiste y me quemaste por dentro./
/
¿Qué, por el amor de Dios, qué viviste?/
Un macrocosmos en un micro-teatro./
Otras cosas que has olvidado./
Acampar harta de mí junto a un cementerio,/
buscando el pueblo que encontró ayer mi pueblo:/
Peyotlpeyotl y sexo,/
y un amigo indefenso/
que se enamoró de mí./
Dejó de llover el dinero, no para ti;/
volaste lejos y hacia arriba,/
para un día tener los medios para inyectarte heroína,/
te conozco bien y esa noche te perdí./
Dados, sólo dados de un lado a otro hasta morir,/
sin importar lo que signifiquen los números que no pedí./
Te conozco bien y esa noche te perdí./
/
Me distraen las voces vecinas que beben Bacardí./
/
No voy a esculpirte de nuevo/
sólo por ser de mal gusto no hablar de los griegos./
¡Mujer rencorosa! Colérica, rabiosa,/
te vengas de nadie, según oí por ahí,/
en virtudes que adelgazan la moral equivocada,/
también hago el amor y mi cocaína es blanca./
Tanta vida, tanta muerte,/
aventuras insondables producto de mi mente,/
contando billete tras billete/
siempre fui pobre y miserable./
/
Te di el beso más negro de los besos,/
los dioses dispersos/
y la esencia nutrida de una huida pasional,/
toda llama yo lamía, de tu calor, tan personal./
Arañaba tu espalda y danzaba en tu silencio,/
en tu inmovilidad, en la penumbra de tu recámara amplia./
Mujer de tantos, vertiendo anfetaminas en mis vasos,/
mala creatura, carecías de la dulzura/
de un amor más simplemente,/
menos sicótico, menos lunático./
Lo nuestro fue un apareamiento demente,/
volátil como el brandi bebido,/
al final tan blando y tibio,/
un viernes imposible tantas veces vivido/
(¡muerto!),/
fumando cuarenta, cincuenta o sesenta cigarrillos…/
¿Cómo no iba a ser el cenit de mi grandeza?/
¡¿Quién necesita la fama cuando se tiene al país en la mesa?!/
No teníamos ni veinte años, muñeca,/
sólo teníamos lo demás, lo que nos resta,/
lo que hoy nos apresa y revienta/
como una cúpula celeste de un azul total/
que explote mis ojos./
/
Y en el rancho de Pablo, una casita y el campo,/
vivimos cerca de un beso un raro colapso,/
un amargarnos, preciosa, la vida en anhelo./
Tlaltipactli abierta, un copali que se incendia./
Majadera:/
No me dejabas dormir ni escondido debajo de la cama,/
en la zona normal, en la caricia del viento contra la milpa,/
en mi pertenencia a nadie,/
el perro callejero en el que habría de transformarme,/
ahí dormido, lejos de mi madre, de mi padre,/
ocultándome de tu ímpetu enervado,/
perseguido por un malestar que sería conocido/
por doctores y científicos como amor./
El vuelo del colibrí, la cruda, la marihuana fumada en una manzana,/
un porqué del temor, de la muerte que la vida disfrazaba y aún disfraza,/
tus pies desagradables…/
Íbamos tanto al campo, es verdad,/
alzando a veces los vestidos del fango./
/
Y el mar golpeó mi pecho y me vi pensando en ti./
Te llamé en Año Nuevo, lo cual te hizo feliz,/
completamente enamorada de mí./
Vi el destino de los Dioses penetrando mi fortuna/
con una fuerza tal que lastimaron a la Luna./
Vi mi sentido, leía el “I Ching” con cualquier libro,/
miré Chichen-Itzá y pude quedar tranquilo,/
fumé y bebí y miré una serpiente escapar de casa de mi padre,/
años antes de vivir ahí, dejando cacahuates a un tlacuache./
Ritos de sangre, de espacialidad./
Nadie somos que nosotros sepamos que somos,/
pero los somos, así sea en un grado marginalmente menor./
Las voces del tenor, no tenerte, el horror,/
las singularidades de la lira del sabor,/
sabor equino, yo inmerso, en pleno experimento,/
soñaba siempre en prender las luces al hacer el amor,/
cosa que hice años después, mas aún seguías dormida,/
dormida todavía, despierta y con vida,/
respirando, volviéndote loca por mi lengua/
abierta por la tierra/
que entraba y salía y lamía de ti/
tu sexo aquel que nos ayuda a vivir./
/
Centro del planeta expuesto,/
navegamos por ríos de magma,/
acostados oscuros en tu cama./
Al final, resultó ser sólo amor e ignorancia,/
influencias equívocas con respecto al coloquio sexual,/
análisis misteriosos del verbo explotado del amar./
Lenguaje, triste ser en desolación,/
de las manos, sobre piel, entre mordidas./
¡Si nos preguntaran qué fue de nuestras vidas…!/
Montañas de marihuana, cerros de cocaína./
“¡Una generación drogadicta!”/
Un simple nada y nadie de intentos posmodernistas,/
en la butaca del cabrón perdido en las flores tóxicas de las drogas sintéticas,/
en cuentos absurdos de alturas terroríficas,/
ambos dramas fuertes, experiencias cínicas,/
sirenas perdidas en situaciones críticas./
Vivimos juntos la violencia de las calles explosivas,/
cuidando tus senos, mi temperamento./
Bajo Klimt soñé que te daba un beso,/
bajo la piedra fría del museo./
Me conjugo, conforme enloquezco./
Cada vez, cada vez más “grueso”,/
más tuyo, menos mío, de mi control./
Lo agradezco./
Le pongo fe y devoción,/
sin embargo, también le pongo olvido./
Somos adultos tú y yo, mas nunca lo pedimos,/
¡por Dios que nunca lo quisimos!/
/
¡Caí de tan alto,/
que caí sin sombra!/
/
Compré hace poco un libro de Schiller./
Es una edición cara, hermosa, importada/
que siempre me recuerda a tu hermano,/
que fue quien me lo recomendara./
Mi vida es así, tranquila, calmada, nadie le hace nada,/
navega el barco de papel,/
y sólo veo hielos los fines de semana./
No sé si he puesto con la sangre ya en estas páginas antes blancas/
que estoy, sí, parcialmente encerrado./
No fue un arresto, no fue un secuestro,/
es sólo que viví una semana en una casa de crack/
viendo fantasmas y hombres ya muertos,/
pero también la vida en su forma más hermosa y primordial,/
¡la esperanza de las almas fatigadas,/
la respuesta a este ímpetu de tener ideas inadecuadas!/
Me castigará mi destino y yo lo sé,/
pero el camino es, a fin de cuentas, la vida desnuda como tú bajo la lluvia,/
empapada tu carne y pálidos tus labios gruesos,/
tu corretearme, tus deseos…/
Me arrepiento de tantas cosas,/
que no siempre puedo respirar bien./
/
Y me lleva el frenesí de la noche a un verso del que no puedo escapar pensando en esta fuerte condena./
“Leed a Víctor Hugo y tomad dos cucharadas de esta receta”,/
me dice una experta que vive en mi cabeza,/
“Nada de Henry Miller ni de ´Las mil y una noches´”, también me recomienda,/
pero me permite la desnudez de mi novia y las ideas de mi libreta./
Me deja que me olvide de tu vida conmigo que fue una condena,/
pero que hace las veces de un droga que se inyecta./
Fuiste nadie comparada a mí,/
mas eso sólo te hace objeto de culto,/
mientras yo soy un sujeto inculto/
que no sabría qué hacer con una metralleta./
Es hora de escribir con la más sacra letra,/
como caligrafía musulmana, jugando a la avioneta,/
mientras se vomita la perra por haberle dado cerveza:/
Si yo no puedo ya, por lo menos que ella beba./
Es Freud, a fin de cuentas:/
vivir en otro la experiencia./
Es hora de escribir con la más sacra letra,/
abriendo los portales de una realidad inmensa,/
bóvedas gigantescas donde vuelan águilas y halcones, de tan extensa./
Oro, esmeralda, rubíes, brillantes, de perlas collares,/
soledades necesarias,/
lo que vino después de tu amenaza de muerte,/
del recuerdo clavado que tienes de mi pene,/
quedan muchas fortunas en un mismo lugar,/
es hora de manosear, de hurgar/
lo que más vale en este mundo enfermo:/
las nalgas pequeñas y duras de una menor de edad,/
de una drogadicta que acostumbra lastimar/
a gente preciosa que se considera “de sociedad”./
Yo no fui ni una ni otra, pero te fascina soñar,/
contrariada apenas por tus ganas sinceras de tenerme y de amar./
/
Y todo relámpago te remite a mi sonrisa,/
a todo el poder, a la gente favorita;/
sigues viva y puede ser que sobrevivas/
muchos años más en este carrusel equivocado./
¡La feria, la feria! Los años de fiesta,/
las garras del jaguar y la marihuana bien fresca./
Poesía que vomitaba gracias a una máquina de escribir,/
misticismo prehispánico, datos de la Historia sin decidir,/
pirámide mi locura, me abastecí/
de pensamientos aztecas, chinos y mayas./
¿Fue duro separarme de ti?/
¿Fuiste tú mis versos más muertos?/
Tu combinación con la imagen de Dios,/
la situación obscena, imperdonable,/
llena de tu esencia, llena de tu hambre,/
no pude devorarte como una araña gorda y negra./
Tuvimos que lidiar con los inicios de nuestras esquizofrenias./
En esa cama… ¿en esa cama había amor?/
¡Éramos tan simples tú y yo!/
Ya soy un cineasta frustrado,/
ya quieres pincharte ese brazo,/
yo barro cocaína del espejo sagrado,/
culto mío a Tezcatlipoca, fumo/
y no pregunto por remedio alguno./
De vuelta a la Historia, es un mal momento,/
pero siempre habrá un pero para tu despertar violento,/
sobrio, estúpido, inmenso,/
y mis ojos verdes como un muerto, suicidas y contentos./
No existe la resaca, no existe más el tiempo./
Estás impresa, como una cualquiera./
De todos tu mundo, tu beso oscuro,/
y un galán que te llama una hija de perra,/
una desgraciada, una mujer incompleta,/
una diferencia abismal con respecto a la hembra que lame mi boca cubierta de yerba./
/
Me cansaré algún día junto con el Sol,/
de tenerte enterrada en mi realidad y en mi ficción,/
mientras busco escribir emociones que arranque de nuestra triste función,/
nuestro espeluznante show./
Ordeno mi cabeza sentado a la mesa de un café en París,/
pero hoy estoy aquí/
y no tengo, en absoluto, los mismos anhelos que sientes por mí./
Moriremos juntos, eso sí,/
en el nombre de la juventud,/
porque se siente más el ser que la existencia si se vive en la ignorancia./
¿Cuántos hombres han eyaculado tus sábanas?/
¿Cuándo morirás mañana?/
Tranquilízate si lees estos versos a guisa de botana…/
No tengo alma, hermana,/
la vendí al mejor postor./
El mundo es mío y, a veces, hablo mal del Señor./
Perdón/
es lo que no tienes,/
como Jesucristo frente a la Leyes./
¡Juicios! Cabezas que rueden,/
tú, María Antonieta, no sé si lo mereces,/
pero el efecto de los pasteles/
ha hecho al pueblo una manada de enloquecidas reses/
que morirán de muerte, no de tu banquete./
Parvadas de buitres, tenebrosos convites./
Et la violencia aprendida en los falsos pupitres./
¡Ah! Estás difusa./
¡Eh! Concluyo pronto/
con un comentario roto,/
un comentario roto que concluya lo nuestro./
Lo mío no sólo ha sido amores esporádicos./
Tú hendida, en efecto, pero húmeda es la senda/
de mis compromisos y misterios./
No es/
ahora el momento correcto de/
jugar de nuevo con nuevas historias y recreos/
de si he estado abierto/
y desnudo sobre un lecho que yo mismo me he hecho./
Yo, el imperdonable, el cerdo,/
he tendido ramos henchidos de algo serio,/
ramos aceptados, recubiertos de carne y ebriedad,/
diluidos en la faz de orgasmos eternos./
¡Sólo son juegos los recuerdos nuestros!/
¡Ahora hay cocaína por doquier, engaños, cuerpos…!/
Y silencios tienes al hablar de la mocedad./
¿Practico acaso la Medicina?/
Soy tan sólo un escritor underground/
pidiendo que me entiendan palabras de poesía./
Me iré al infierno y eso está mal,/
pero primero he de matar/
cada partícula de mi vida,/
una vida que se reiría./
/
Mañana me tomaré un café en el restorán,/
fingiendo que sé de Matemática y Teología./
Habré de versar que te conocía/
mientras pido café/
con crema y sin cafeína./
¿A dónde las manos, el perdón?/
Ya hablamos de ello y de Dios,/
hablamos de oro fundido, de tu calor,/
de los muslos que separé como un acordeón./
Habré de versar que te conocía/
un poco menos que a la Filosofía,/
un poco más que a Costa Rica./
Y me sentaré con una maldad enferma/
a mirarte morir, persona por persona./
/
Se liberan los pechos,/
se soluciona la locura,/
el Sol engorda obsesivo,/
su luz baña mi zona,/
mi territorio, mi tierra,/
alienígena, ajena…/
Se liberan los años,/
se vienen los pecados,/
azules peces posmodernos/
nadarán en un significado nostálgico,/
en una forma melancólica/
que atrapa, quizá, lo mejor de Proust,/
en lo posible con mi esfuerzo,/
en la noche terrible cuando estalló la Cruz,/
porque Jesús el Nazareno/
anda perdido, dice la canción, en un microbús./
Se liberan los bruscos besos,/
las ternuras más viscerales,/
las plantas, los animales,/
mi pellejo son los hilos/
de las clases sociales./
Se derrumban las religiones,/
los credos, los temores,/
surgen raras tensiones/
en los negros corazones./
Amalgamas de palabras/
de furia y consuelo./
Todo dispuesto es/
sobre lo que es mi suelo,/
mi sueño,/
mi homicidio./
/
Mas aún puedo sentir las hojas jaladas por el viento en tu jardín,/
la champaña que bebimos alguna vez/
como no la bebí ni con mi padre./
Mis lágrimas, mis mareos,/
tu fatiga ante mis ruegos./
Los lamentos hechos roca contra el fuego,/
danzas insoportables ante tus ojos,/
mi forma de hacerte daño:/
Nunca estabas sin compañía/
en las fiestas exquisitas en las que yo bebía solo y sin ti./
¡Ah, sí! El hombre de la lengua de ónix,/
el conversador, el borracho,/
cínico y a un paso de la inconsciencia,/
ya tan saturado de tu persona/
que me revolcaba con cualquier zorra que pudiera hablar un poco de Literatura conmigo./
Lo estúpido, lo fabuloso… el desahogo./
Me arrepiento de haberte amado,/
porque no he aprendido nada./
Esfúmate,/
te esfumarás mañana,/
como en todo momento,/
como cada semana.//


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