"VIVIR MATA" (Serie de dos poemas)


“EN DONDE ESTOY NO HAY NADIE”

“Cuando se te devolvió la claridad, cuando te fue restaurada concienzudamente, te enloqueció. Tus recuerdos reavivados te desquiciaron, el recuerdo de la humillación, de tanta manipulación, de tantas intrusiones, el recuerdo de los hombres.”
La Encantadora de Florencia, Salman Rushdie.

No es que te disfrute,/
sucede nomás que ahora llueve./
/
Se acerca el día, ¡clave!,/
en el que sepas morir./
No te he leído suficiente, me dices,/
pero te repito, te digo, te grito,/
infame, altivo, traicionero,/
que no todo viene de hablar al juego,/
el poder fingir es fingir poder,/
y eso conmigo no se puede,/
ni ahorita ni luego./
/
Sí, me vomité./
Escribía un poema sobre cómo forzar a tu mujer,/
y me pasé./
Lo acepto, vaya./
Güisqui tomaba,/
y sabes bien que la maldita marca era barata,/
y dije a las nubes lo que dijistes al Sol,/
y al Sol conté/
lo que a las nubes dijistes./
/
Mas conozco a un cabrón/
que no vomita cuando escribe,/
que te necesita para morirse,/
que viene como no quisiste,/
que tiene lo que tú viviste…/
Es hora, escúchame bien,/
para que te vayas a la chingada tú también./
/
Vi luna esa noche, los gritos, la jodienda./
Me requetemetí en Miller, sin dejar de beber/
tanto la ginebra como los gemidos de esos tres animales./
Mi cajetilla de tabaco rebozaba aún,/
aún no me fumaba la última cajetilla de tabaco, rebosante./
La poca luz del lugar/
eran líneas plateadas que no significaban nada,/
no significaban sangre./
/
Me sentí inmensamente desnudo./
Metido en ese lugar de oscuridad./
Estábamos ahí por algo, obviedad./
Él por sexo, yo por mota y ebriedad./
Son épocas muy largas,/
no que sean menos fáciles, sino que son otro estar./
La Muerte aún se festeja, aún no ha de llegar/
a emplear toda clase de cabrones,/
de todos lugares y de cualquier edad,/
pero ponemos, gracias al vicio, la primera piedra para la siguiente era/
de la mexicanidad./
/
Era bella, así, vestido de mujer, vestida./
No hay nada como dos tetas y una verga bien erguida,/
claro que, muchas veces, por ser tan pasivas/
sus dueñas, la verga queda deliciosamente tranquila,/
tranquila pero agitada, empapada, de pez,/
de basura, de coladera./
/
Oh, una flama del fósforo tiembla./
Sin pensarlo, un cigarrillo se le acerca./
“Mi infancia son recuerdos/
de un patio de Sevilla”./
Me harto, aun así, mi placer titila./
Soy nadie pero soy vida./
/
Tras las rejas tengo amigos, familia./
No oro porque ni rezo, mas creo/
que si lo que quieren es sexo o morfina,/
allí dentro habrá quien lo consiga./
Sí… son heridas./
Vidas./
¡Desesperación, quítate la máscara, aspira tu mueca caliza!/
¡Fuma, jode, asesina!/
Mientras la cama rechina y rechina./
La hora viva, son dos minutos, puedo oír las embestidas,/
puedo oír la cocaína, las risas, los torbellinos,/
uno gime de manera fingida./
/
Mi prosa continúa en mi cabeza sin parar…/
Será tuya la poesía./
Que, de cualquier modo, hay quienes no la distingan./
Ruleteros, putas, esnobs,/
todos drogados, todos suicidas./
Puedo oír la cocaína, las risas, los torbellinos./
/
En donde estoy no hay nadie./
////






“MI GENTE”

Vendrán a ponerme enfrente la cara de un idiota que me llamará comunista./
¡¿Cómo voy a ser comunista si soy un obrero mal pagado,/
un drogadicto chorreado, un fumador sin puros?!/
Una carne que araño con las uñas de mis dedos,/
una frente que se golpea con la pared…/
Estas cosas, de vez en cuando. Hoy estoy bien./
Mañana veré a mi madre y sonreiré con dolor:/
Unos años menos, madre, y estaría aquí, viviendo lo que vive usted,/
mas vivo lo que vivo yo, que, además, es/
desconcertantemente lo que busco,/
un poco de vida, de esa escondida, para encontrarla/
en mí hendida,/
en mí quietecita,/
en mí agresiva./
Hago cosas que hacerlas no debiera,/
y sin embargo, sostengo, como un obispo, la mirada suspicaz de la sirvienta./
Oh madre, si más joven yo fuera…/
Escribiría, si más joven yo fuera, otra poesía,/
marihuana fumada con el chico García,/
no con yonquis y cocainómanos,/
no con cabrones que dan marihuana a sus gatos,/
no con tragos de un brandi, malo y tibio, al que le saco dos colillas de cigarro,/
así de borracho, de vulnerable…/
Pero, “Al fin y al cabo, nada os debo,/
me debéis cuanto escribo”,/
les debo a otros lo que leo,/
pues me robo los periódicos y a todo libro que sorprendo./
¿Veis?/
Moralmente me deterioro y mi “urbanidad” no es un manojo de maneras multifuncionales aplicadas a las buenas relaciones sociales, so pena de ir a la cárcel con los familiares./
/
¡Pero prendo otro cigarrillo y vacío mi trago!/
Me han dicho que un hijo de puta no me quiere ver vivo aquí,/
ni a mi amigo, ni a un sol por el que peleo todas las noches antes de tenderme en el techo./
Este hijo de puta lleva un nombre de pila romano/
y una margarita diminuta que es su apellido,/
el hombre herido, el nunca más./
/
Vacío, como digo, el trago, ataco el brandi/
sonámbulo, no me doy cuenta que estoy dormido/
onírica experiencia fatal que, carne de carne, por el dios de los tejidos que no es falsa,/
descalza viene la gata que se convierte en mi esposa o en mi hermana,/
es una criada de pinta italiana más bella que Venus,/
más sabrosa que la fruta que explota en los hocicos de los perros./
Vacío, como digo, el brandi y deambulo en las penumbras,/
toco la puerta que me separa de los más lastimados quejidos:/
Es simple, quiero más marihuana./
Más tiempo, más luna, menos España, ¡vamos!/
No digáis que es pecado considerarnos aún extraños y malvados,/
conjugaciones geográficas que místicamente toman lo que les pertenece,/
sean drogas, sean dientes,/
sea vida, sea muerte,/
sea nada, sea semen./
Semen, cuando se dispara dentro de la boca, es caliente y líquido como la orina./
Temple, una buena mamada es temple,/
una cochinada, una enfermedad mental,/
un pobre hombre pobre con la cabeza inmovilizada por una careta de fierro en el manicomio de la ciudad./
La vida es la vida, y yo/
sólo trato de mejorarla día con día./
Porque no estoy armado, resuelvo de vez en vez/
los conflictos con la poesía,/
¡Levanta esa vida tan pesada,/
ya veo despuntar la mañana!/
/
En donde estoy no hay nadie./
////


Comentarios

  1. se me antoja: vivir, esa prosa que narra tanto de la gente, mata... mientras, la poesía logra una estancia donde no hay nadie... un no estar nadie que permite estar con la violencia de las letras, escritura que protege del otro sin necesidad de enfrentamiento!

    entonces, la muerte de las letras permite una vida: matar, vivifica!

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